Biografía de Arturo Barea

Nació en la ciudad española de Badajoz, en el seno de una familia modesta, que tras la temprana muerte de su padre afrontó muchas dificultades económicas.

Sus hermanos y su madre se asentaron en Madrid donde ella empezó a trabajar en una lavandería, y a él, su mamá, lo dejó al cuidado de unos tíos en mejor situación económica que le brindaron educación.

Sin embargo, a los 13 años, abandonó los estudios cuando su tío falleció y comenzó a trabajar.

Realizó diversos trabajos y actividades para subsistir: asistente en un comercio, bancario en el Crédite Lyonnais, agente comercial para un vendedor de diamantes, empleado en una agencia de patentes, entre otros.

Instaló una fábrica de juguetes con el dinero de la herencia de su tío, que fue un fracaso comercial, y regresó a trabajar en relación de dependencia como secretario del administrador de una empresa española suiza que fabricaba aviones.

Fue convocado por el ejército para la Guerra del Rif, que enfrentó al protectorado de su país, en alianza con su par francés, contra una sublevación tribal en Marruecos, que rechazaba la opresión y dominación colonial.

Le tocó atravesar la dura derrota.

Tras cuatro años solicitó una licencia en el ejército.

Se casó con Aurelia Grimaldos, con quien tuvo 4 hijos. Supo reconocer alguna vez que su matrimonio nunca fue feliz.

Se sumó a la Unión General de Trabajadores (UGT), una organización sindical obrera de España, que comparte origen con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al instaurarse la Segunda República española.

En la Guerra Civil Española apoyó activamente al bando republicano y entre otras acciones se sumó a misiones culturales y de propaganda a favor del gobierno de la República.

Se desempeñó como titular del servicio de control de la prensa extranjera en el Ministerio de Estado; en este puesto conoce y entabla contacto con el autor Ernest Hemingway, quien era uno de los tantos corresponsales que trabajaban allí. El vínculo tuvo muchos roces.

Le encargaron la reorganización de las emisoras radiales en Madrid, tras una orden del Jefe del Ejército del Centro de la capital española.

Decidió asumir en primera persona el reto, y a través del seudónimo misterioso de “La voz incógnita de Madrid”, relató historias sobre las penurias de la guerra, que según confesó alguna vez, le facilitó la aceptación de este estado de cosas.

Se casó en segundas nupcias con la periodista austríaca Ilse Barea-Kulcsar, quien además ejerció un rol fundamental en su carrera ya que fue la encargada de traducir sus obras al inglés.

Se exilió en Inglaterra cuando cae la Segunda República y asumió en el poder Francisco Franco.

Se convirtió en ciudadano británico.

Continuó su actividad literaria desde el exilio, con una gran intensidad y reconocimiento mundial.

Escribió La Forja de un Rebelde, una de las obras más celebradas mundialmente, que aborda en la primera persona de su autor las vicisitudes del exilio, en su caso, obligado por la persecución sufrida tras la Guerra Civil Española.

Se publicó entre 1940 y 1945, en tres libros: La forja en 1941, La Ruta 1943 y La Llama en 1946.

En dicha trilogía aborda su vida desde la infancia, concentrándose en los aspectos personales más relevantes de su existencia, como fue la Guerra en Marruecos y su actividad durante la Guerra Civil. En los años ‘50, la obra estuvo en el top 5 de las novelas más traducidas al inglés.

Cabe destacarse que estos libros no se publicaron en España hasta el año 1977 que murió el dictador Franco.

En los años ‘90, la trilogía fue adaptada a la televisión, en formato de serie, por la Televisión Española.

Ofreció charlas semanales en la cadena inglesa BBC, para la sección de América Latina del servicio mundial, que constaron de unos quince minutos, y en las que se presentó bajo el apodo de Juan de Castilla.

Falleció en el exilio, en Faringdon, Inglaterra, a los 60 años, a causa de un infarto. Nunca pudo volver a ver a sus hijos ni al resto de su familia. Por esta situación padeció muchísimo y lo hizo saber en intercambios epistolares con sus hijos y también en su obra literaria.

Su archivo personal fue donado a la Biblioteca Bodleiana de Oxford.

Ese mismo año, el Instituto Cervantes de Madrid, le dedicó un cálido homenaje, que entre otras cosas exhibió piezas personales, siendo su máquina de escribir Underwood una de las piezas más emblemáticas y emocionantes de la muestra.