Normalmente cuando nos comunicamos queremos ser entendidos con claridad. Esta sería la norma general, tanto a la hora de hablar o cuando escribimos. Sin embargo, en algunas ocasiones no queremos que nuestro interlocutor conozca nuestras intenciones. Para ello, utilizamos un lenguaje ambiguo. Así, la ambigüedad de un mensaje se manifiesta cuando es posible que se entienda de varias maneras.
La ambigüedad es un recurso que empleamos con alguna finalidad. Si queremos ocultar información o no comprometernos necesitaremos emplear un lenguaje indeterminado, que afirme algo pero sin claridad, que parezca una cosa y al mismo tiempo otra. Utilizamos un lenguaje ambiguo porque tenemos razones para hacerlo, las cuales pueden ser legítimas o ilegítimas.
Algunas actividades o profesiones requieren de un uso ambiguo del lenguaje. Un vendedor que comercialice un producto deficiente, intentará ser impreciso en sus aclaraciones al cliente y evitará dar explicaciones sobre los defectos de aquello que pretende vender, por lo que tendrá que recurrir a la ambigüedad. En otro contexto, en ocasiones los políticos se dirigen a los ciudadanos realizando promesas a sabiendas de que probablemente no podrán cumplirlas y, en consecuencia, sus afirmaciones también deberán ser algo ambiguas para no ser acusados de mentirosos o de incumplir sus promesas.
La literatura en general o el lenguaje cinematográfico utiliza la ambigüedad para que un mensaje genere algún sentimiento de confusión en el lector o el espectador. Un escritor o un director de cine tiene presente al lector o al espectador y busca sus emociones, su implicación en aquello que está leyendo u observando. Y la ambigüedad es un elemento que puede dar mucho juego en la comunicación artística, creándose todo tipo de sentimientos o ideas: misterio, duda, intranquilidad, tensión o incertidumbre. Incluso se podría hablar de una cierta atmósfera indeterminada que ha sido creada a partir de la ambigüedad y de manera totalmente deliberada.
El lenguaje poético puede utilizar un estilo ambiguo para crear un tipo de diálogo entre escritor y lector. Probablemente la poesía sea el género más ambiguo dentro del mundo de la creación. De hecho, muchos recursos técnicos (metáfora, hipérbole, símil y otros) tienen el propósito de provocar una cierta imprecisión en el mensaje.
El lenguaje científico es, por definición, la antítesis de la ambigüedad. Una explicación científica debe huir de cualquier vaguedad o indeterminación y cada palabra tiene que ser objetiva, medible y concreta, evitándose cualquier posible descripción ambigua.
En conclusión, cada contexto comunicativo determina las posibilidades de la ambigüedad en el lenguaje.