El aguinaldo surge como una prestación laboral a partir de una tradición espiritual que viene desde la antigua Roma, siendo en aquella época un regalo como tributo a los dioses y como un buen vaticinio para un nuevo año, motivo por el cual se entrega en el último mes del calendario actual. Los celtas, por ejemplo, intercambiaban alimentos, a partir de lo cual se deseaba la buena suerte. Con el paso del tiempo se fueron modificando estos obsequios y se entregaban canastas de comida variadas entre las personas, y las empresas a sus empleados y colaboradores, y su evolución avanzó hasta consolidarse en una cantidad extra de ingreso respecto al año de trabajo desempeñado.
Un derecho adquirido del trabajador
El pago del aguinaldo inició bajo un carácter voluntario, empero, conforme pasaron los años se generó un marco legal con respecto a este tipo de prestación transformándolo como un requisito en el proceso de contratación en toda empresa. En México se constitucionalizó en el año 1970, plasmado en la ley federal del trabajo en el artículo 87, siendo un derecho para cualquier trabajador, donde se especifica inclusive la fecha en la que se puede entregar, siendo esta antes del 20 de diciembre; si un empresario sobrepasa ese lapso de tiempo tiene consecuencias legales, a lo que el trabajador tiene la posibilidad de denunciar a las autoridades pertinentes.
La entrega de este beneficio no toma en consideración el tiempo de antigüedad laborado en la empresa, de modo que con un tiempo específico y corto ya se goza de esta prestación, no obstante, se entrega la cantidad proporcional a lo que se trabajó y no se espera hasta el día en que se entrega por ley. Asimismo, se suele pagar como parte del finiquito cuando se presenta una renuncia o si se es liquidado.
Medición del aguinaldo
Las leyes que enuncian la entrega del aguinaldo son totalmente diferentes en los países, por ejemplo, en Brasil se mide como un salario más al año, considerando los doce meses de trabajo se agrega uno más como parte de esta prestación, denominándose efectivamente como el décimo tercero. Es sencillo medirlo porque en esta nación los pagos son de carácter mensual, de modo que el aguinaldo se conforma por 30 días de trabajo, en cambio, en México, que son pagos por cada quincena, tomando como referencia 15 días para pagar la prestación, la función para sacar la cantidad correcta a recibir implica dividir el salario neto mensual entre 30 días, con lo que se obtiene el salario diario, un ejemplo se aprecia de la siguiente manera:
Suponiendo que un trabajador recibe $15,000 mxn pesos mensuales: 15,000 / 30 = 500 de salario diario. Con esta cifra, ahora se debe multiplicar el salario de cada día por 15: 500 X 15 = 7500. Esta cantidad es lo que recibirá el trabajador con este salario mensual, cuando se trabajó menos de un año solo hace falta dividir la cantidad anterior entre los 365 días del año, y después multiplicar por los días que fueron trabajados.
Aguinaldo como parte de la distribución de la riqueza
Este beneficio se entrega al trabajador como parte atractiva para laborar y conformar parte de la población económica activa, con ello formar una nación estable, tanto en lo social como en lo económico. Naturalmente, esta suma de dinero tiene un impuesto integrado, el cual debe ser calculado por el empleador y retener el monto correspondiente, este gravamen que va al salario es conocido como impuesto sobre la renta o como impuesto sobre el producto del trabajo, siendo también un beneficio para el estado que exista trabajo estable, ya que estos impuestos forman parte de su ingreso.
Gracias a este beneficio muchos trabajadores consiguen ahorrar o pagar deudas que han adquirido con el paso del tiempo. Dentro de las recomendaciones en el gasto de este dinero, existe la posibilidad de invertirlo para que se gane un rendimiento a un plazo determinado.
El gasto inteligente de este ingreso requiere de un buen conocimiento en la estabilidad financiera y las diferentes opciones que existen, donde el ahorro y la inversión son las mejores alternativas, tratar de evitar consumir si no es necesario, resistiéndose al desafío de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.